Full HD vs HD Ready

Es curioso observar que, de pronto, la resolución que está de moda es la Full HD (1.080 líneas de resolución horizontal). Es verdad que incluso nosotros, desde esta revista, hemos incitado, en cierto modo, a buscar televisores y proyectores en dicha resolución, aunque, como mínimo, lo hemos hecho justo cuando el HD DVD y el Blu-ray (sin olvidarnos de la Xbox 360) han empezado a comercializarse en nuestro país. Pero también hemos observado cómo en las tiendas (especializadas o no) se ha incentivado la venta de televisores Full HD, llegando al extremo de ver modelos concretos de LCD de menos de 40” con una resolución nativa de 1.920 x 1.080 píxeles (como el Philips que analizamos en este mismo número). Las estrategias de venta en este caso pasan por frases lapidarias como que sólo con la Full HD uno puede ver absolutamente todos los detalles que ofrece la “verdadera” alta definición y que, en resumidas cuentas, la inversión superior que supone vale la pena.

¿Qué pasaría si ahora descubrimos que, en el caso de los televisores, esta mal llamada Full HD no es tan beneficiosa como nos parece? Mejor dicho, ¿realmente necesita un visualizador de 1.080 líneas en su caso concreto o puede ahorrarse una considerable cantidad de dinero si, en su caso, sigue apostando por lo asequibles paneles 720p?

Ya aviso que, en este artículo, sólo hablamos de resolución. Dejamos de lado por un momento otros aspectos decisorios de la imagen (y no menos importantes) como la relación de contraste, color, escala de grises, etc. El motivo es que, por el momento, un televisor de 42” de 720p vale casi la mitad que uno con la misma diagonal y 1.080p y, como veremos a continuación, a no ser que se cumplan ciertas premisas, decidir obviar los 720p puede suponer, en la práctica, perder bastante dinero.

Según un estudio de Displaybank, la tendencia generalizada a nivel mundial es apostar por los televisores de 40” de resolución Full HD (1.920 x 1.080), algo que supondrá, en el 2010, una cuota del 58%. Esto estará totalmente relacionado con la popularización de los formatos en alta definición HD DVD y Blu-ray. Además, a fecha de hoy, la consola Xbox 360 de Microsoft ya cuenta con casi 10 millones de unidades vendidas y los de Sony tienen una previsión de ventas de su PS3 que poco se diferencia de las de Microsoft de hace tan sólo un año. Aunque en nuestro país parece todavía un sueño, en el resto de Europa y, sobre todo, en Estados Unidos, la HDTV (la teledifusión en alta definición) es un hecho irrenunciable. En cualquier caso, el quid de la cuestión es que la alta definición pasa de ser un motivo de compra más a ser una premisa obligatoria.

Ya hemos discutido más de una vez en esta revista qué es realmente la alta definición. Acordamos que toda aquella señal de vídeo o resolución nativa que superase las 576 líneas (480 para el dominio NTSC) debía considerarse HD. Entonces, 720 líneas (el siguiente peldaño en la escalera evolutiva de la resolución) deben considerarse, y son, alta definición. Igual que las 1.080

líneas. Ha sido el mercado quien ha dividido, incomprensiblemente, las 720 y las 1.080 líneas. A las primeras, ahora, las llaman “HD Ready”, cuando esto certifica que un visualizador puede visualizar alta definición (mínimo, 720 líneas) y dispone de una entrada de vídeo digital (DVI o HDMI). A las segundas, 1.080, les apodan Full HD, que no es ningún estándar ni formato, sólo un “adjetivo” que tiene más base comercial que técnica. Ya lo vimos en un número reciente: todos los visualizadores de resolución nativa de 1.080 líneas siguen siendo “HD Ready” (si disponen, como es el caso, de una entrada de vídeo digital).

Olvidando de una vez este tema, el quid de la cuestión es descubrir a partir de cuándo la resolución de 1.080 líneas (y, por tanto, la superior inversión económica que supone) tiene sentido. Para descubrirlo nos hace falta, otra vez, estudiar nuestro ojo, en concreto, centrarnos en su agudeza visual.

Sabemos que la vagancia de nuestro ojo nos permite ver “imágenes en movimiento” ahí donde, técnicamente, sólo hay muchas imágenes estáticas. El cine de siempre, el de celuloide, lo sabe perfectamente y descubrió que proyectando tan sólo 24 imágenes fijas por segundo los humanos percibiríamos una imagen en movimiento. Sólo les faltó mejorar el parpadeo, algo que solucionaron proyectando dos veces cada fotograma. Pero, ¿qué detalle tiene nuestro ojo? ¿Hasta dónde es capaz de percibir un punto o una imagen?

Agudeza Visual
Los que tengan carné de conducir habrán realizado una prueba de agudeza visual: leer unas letras de un cartel situado a cierta distancia. Este conocido cartel se llama carta Snellen. Estas letras tienen un tamaño determinado y el objetivo es saber hasta dónde llega nuestra agudeza. Se considera vista normal cuando el paciente es capaz de leer sin dificultad (y sólo con uno de los ojos) una de las filas de esa carta que corresponde, justamente, con la capacidad de distinguir puntos (o líneas separadas) por un ángulo visual de 1 minuto de arco (1º). Este dato es importante para definir qué resolución necesitamos para convertir una serie de puntos (píxeles) en una imagen en nuestro cerebro. Entonces, a una distancia determinada (que ahora no definimos), un ojo sano no percibirá píxeles si éstos tienen un tamaño algo inferior a 1º. Una vez definido el tamaño de píxel necesario, entenderemos que cualquier intento de meter más píxeles en ese mismo espacio es irrelevante. El coste económico se dispara para obtener un mismo resultado.
Caso Práctico
Hagamos un caso práctico. En nuestro hogar sabemos qué distancia hay entre el sofá (o punto de visionado) y el televisor. Esta distancia suele ser fija, ya que pocos son los que varían esta distancia en función del televisor adquirido. Supongamos, también, que el nuevo visualizador tendrá una diagonal de 42”. ¿Cuál es la resolución estandarizada que mejor definición/precio obtenemos?

Existe una sencilla fórmula que nos facilita el resultado: multiplicamos por 3.000 la diagonal (en 16:9) del visualizador y dividimos el resultado por la distancia entre el punto de visionado y el visualizador. El resultado es, justamente, la resolución horizontal que corresponde a nuestra agudeza visual (las distancias deben calcularse utilizando la misma unidad, o pulgadas o cm). Así, a 2,5 m de distancia y para un visualizador de 42” (107 cm), la resolución horizontal resultante es de 1.280,16 píxeles. Entonces, cualquier persona que tenga un televisor de 42” a 2,5 m de distancia sólo podrá ver 1.280,16 puntos en horizontal, es decir, verá lo mismo con un televisor de 720p (1.280 x 720) que con uno de 1.080p (1.920 x 1.080). Si calculamos qué distancia necesitaríamos para poder distinguir una diferencia notable entre un televisor 1.080p y otro 720p, deberíamos colocar nuestro sofá a tan sólo 1,67 m. ¿Quién quiere colocarse aquí?

Debemos tener en cuenta que no estamos calculando qué diagonal debemos elegir en función de nuestro punto de visionado. Siempre hemos apostado que la elección de la diagonal no tiene por qué reglarse, ya que depende mucho de la percepción de cada persona. Siempre utilizamos el mismo ejemplo: en un cine comercial hay gente a la que le gusta sentarse lo más delante posible, mientras que otros prefieren las zonas más alejadas. Existe un estándar más o menos coherente que define que el ángulo que debe formar el espectador con el ancho total de una pantalla en panorámico debe ser, como mínimo, de 30º, aunque, insistimos, no existe ningún impedimento que obligue a un ángulo mayor o menor.

El objetivo, insistimos, es descubrir qué beneficios ópticos aporta un panel 1080p frente a otro 720p y hasta ahora hemos visto que para poder apreciar objetivamente esa mayor densidad de píxeles de un panel 1080p la separación entre el panel y el espectador debe reducirse considerablemente.

Proyectores
En el campo de los proyectores, los beneficios del 1.080 sí son más fáciles de conseguir. Una óptica de tiro corto puede permitirnos conseguir una diagonal bastante grande con retrasos ligeramente cortos. Una pantalla de gran diagonal (sin exagerar) y un espectador relativamente cercano demandará una mayor densidad de píxeles. Pero ¿hasta qué extremos? Realizando los mismos cálculos que en el caso del televisor, podemos observar que, para poder percibir bien las mejoras de un proyector 1.080p (1.920 píxeles en horizontal) a 2,5 m de distancia, la diagonal debe ser de 63” (160 cm), una diagonal que, en muchos casos prácticos, será sensiblemente superior. Si nos alejásemos a 3,75 m veríamos igual una imagen a 720p que a 1.080p (o deberíamos agrandar la proyección hasta las 95”.

No Todo es Resolución
La elección de un televisor o un proyector no debe centrarse únicamente en su resolución, sino que ésta debe convertirse en otro elemento decisorio más. Hay decenas de aspectos a tener en cuenta, como la relación de contraste, el brillo, el procesado de vídeo, etc.

El motivo de este artículo viene dado por la repentina proliferación de paneles de 1.080 líneas de resolución que utilizan justamente esta mejora como elemento de venta indiscutible. Pero el problema está en que, hoy por hoy, un visualizador de 1.080 líneas tiene un coste superior a su homólogo de 720 líneas, por lo que vale la pena tener un argumento objetivo que nos permita evaluar con toda seguridad si el sobrecoste tendrá o no justificación en nuestro caso. Por otro lado, suele ser común que toda tecnología nueva conlleve la inclusión de varias mejoras. En el caso de los visualizadores de 1.080 líneas, se incluyen nuevos procesados de vídeo o paneles de conexión todavía más completos a los estándares del momento, por lo que el sobrecoste puede suponer un beneficio generalizado. Todo es cuestión de ponderar las prestaciones en global. Asimismo, lo que sucede con el visualizador también sucede con la resolución nativa de las imágenes. Los nuevos soportes Blu-ray y HD DVD permiten ofrecer hasta 1.080 líneas reales de resolución y uno puede pensar que conseguirá una mayor calidad de imagen sólo si utiliza un visualizador de 1.080 líneas. Imaginemos un caso radical: un espectador que está situado a 3 m de distancia de su televisor de 32” panorámico. Según los cálculos que hemos enunciado, percibirá igual una película en DVD-Video que la misma en su versión HD (sea Blu-ray o HD DVD). A esta persona, si no quiere cambiar de televisor (léase, diagonal) ni modificará su distancia de visionado, le saldría más a cuenta seguir comprando películas en DVD-Video y seguir utilizando un lector de DVD-Video sin escalador, puesto que, por mucho que escale la señal de vídeo, siempre percibirá la misma imagen.

Conclusión
Una de las maneras de conseguir una mejor relación calidad/precio es reduciendo las prestaciones de un producto a las necesidades de cada uno. Los actuales paneles de 1.080 líneas son lo último del mercado y tienen un coste superior a los ya estandarizados de 720p. En este artículo hemos visto que, muchas veces, este sobrecoste puede resultarnos inútil puesto que nuestra agudeza visual no será capaz de resolver con eficiencia esa mayor densidad de píxeles. Hemos encontrado una sencilla fórmula que nos permitirá descubrir qué resolución es la más adecuada en cada caso. Asimismo, si en un futuro los precios son semejantes lo mismo dará tener uno u otro panel. Para finalizar, voy a incidir de nuevo en que no todo es resolución y que, en el caso de los visualizadores (televisión o proyector) hay decenas de aspectos más a tener en cuenta. Y tú, ¿necesitas Full HD?"



Este artículo fue copiado y pegado de  septimo arte foro que a su vez ellos lo copiaron de revistacec

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